viernes, 27 de mayo de 2016

EL DÍA QUE ENTENDAMOS SERÁ JUSTICIA


                 Hace un par de días en el diario local se publicó la pésima noticia de que hallaron muerta, ahorcada, en una vivienda abandonada, a una niña de trece años con signos de haber sido violada. En la puerta del Institúto Médico Legal (Medicina Forense) se hallaban su madre y uno de sus hermanos. Por su atavío podía presumirse el orígen sumamente humilde de la familia. Tal vez hayan sido un número grande de hermanos, digo grande por decir siete u ocho, no lo sé, pero estimo que puede ser así. Lo insólito es que la mamá dijera que la nena de trece años hacía uno que no vivía con ellos. ¿Insólito para quién? Para la normalidad, para los comentarios del ciudadano de a pie. 
                                   
                                    Pero cuando uno transita los lugares por donde ellos viven, charla con estas familias, se inmisculle en sus asuntos familiares como la crianza de los hijos, aprende que el alejamiento de los hermanos mayores (sin diferenciación de género), la inmensa mayoría de las veces responde a la necesidad de supervivencia. "-Yo no puedo mantenerte a vos y a tus hermanos, vos ya estás grande, procurate el sustento solo-" Entonces comienza a dividirse el clan.

                                           ¿No quieren esas madres a sus hijos? Por supuesto que sí. A todos sus hijos, por eso mismo es una expresión de amor que el mayor se sustente a sí mismo en lugar de provocar más gastos, con el consabido esfuerzo de los progenitores, y la consecuente disminución de la ración de los menores. Existe la posibilidad de que este mismo problema provenga de generaciones anteriores, por lo que se hace fácil arriesgar el diagnóstico de subalimentación de los padres y abuelos, con el consecuente déficit cognitivo. Es decir, hacen las cosas que hacen porque no saben de qué manera hacer cosas mejores, no tuvierpon las mismas oportunidades, no son meritócratas. La pregunta es ¿Quién debe velar por ellos? La pregunta de hoy, claro está, porque hay otros interrogantes ¿Quién los llevó hasta allí? ¿Quién los abandonó en ese estado? ¿Quién responde por sus vidas?

                                   Me pregunto: ¿Puede un privado, dentro de sus propiedades, hacer todo aquello que le venga en ganas sin considerar el impacto ambiental, los efectos colaterales, las contraindicaciones, el daño adyacente, el perjuicio hacia terceros? La respuesta es NO. Y en las mismas condiciones, dentro de una república, ¿puede hacerlo un presidente?

                                             -No hay más preguntas, Su Señoría...

miércoles, 4 de mayo de 2016

EL SEDUCTOR ENCANTO DEL AZAR

Embustero. Ese es el adjetivo que hubiera utilizado mi madre. Embustero o embrollón. Por la forma de decir, por esa manera tan suya de mentir con la verdad, de dejar que la gente crea algo (irreal, incierto) y nunca aclararlo.

Es una estrategia, me han dicho. Una estrategia comunicacional, al igual que muchas de las frases que suelen repetirse en los programas de televisión, a pesar de haberse probado que son erradas, que carecen de respaldo científico, o que ni siquiera pueden ser acompañadas por las estadísticas.

Pienso que se equivocan porque la gente no es tonta, tal vez a algunos les falte estudios, pero eso no quiere decir que no sean listos. Todos se dan cuenta que hay ciertos hechos imposibles de explicar como resultado de uno o varios factores si se insiste con fórmulas viejas, ya utilizadas, que nos han puesto en un camino indeseable. Sin embargo muchos dicen creer, piden tiempo, como en el basquetbol, a pesar de que las señales indican una trayectoria definitiva.

Nada hace pensar que los vaticinios de ellos se cumplirán, ni en tiempo, ni en forma. Aunque insistan. Los dados de Dios ruedan sobre la tierra- El azar provoca un caos original al romper con un orden dado para crear otro posible. Solo posible.

Y tal vez seamos, en un nuevo giro, hijos de la probabilidad, en donde cada historia tiene múltiples posibilidades de combinarse, y ahí habría que ver si el talento del autor tiene de su lado la suerte o el azar, ya que ambos serían fenómenos distintos. La suerte es la confluencia de un factor histórico con un sujeto apto para hacerlo suyo, y el destino resulta ineludible, en tanto que el azar es el destino en plena desarticulación. Aunque el inconveniente es que el azar no siempre coincide con el deseo. Y allí es donde se enturbia todo. Incluso el seductor encanto del azar.-