miércoles, 4 de mayo de 2016

EL SEDUCTOR ENCANTO DEL AZAR

Embustero. Ese es el adjetivo que hubiera utilizado mi madre. Embustero o embrollón. Por la forma de decir, por esa manera tan suya de mentir con la verdad, de dejar que la gente crea algo (irreal, incierto) y nunca aclararlo.

Es una estrategia, me han dicho. Una estrategia comunicacional, al igual que muchas de las frases que suelen repetirse en los programas de televisión, a pesar de haberse probado que son erradas, que carecen de respaldo científico, o que ni siquiera pueden ser acompañadas por las estadísticas.

Pienso que se equivocan porque la gente no es tonta, tal vez a algunos les falte estudios, pero eso no quiere decir que no sean listos. Todos se dan cuenta que hay ciertos hechos imposibles de explicar como resultado de uno o varios factores si se insiste con fórmulas viejas, ya utilizadas, que nos han puesto en un camino indeseable. Sin embargo muchos dicen creer, piden tiempo, como en el basquetbol, a pesar de que las señales indican una trayectoria definitiva.

Nada hace pensar que los vaticinios de ellos se cumplirán, ni en tiempo, ni en forma. Aunque insistan. Los dados de Dios ruedan sobre la tierra- El azar provoca un caos original al romper con un orden dado para crear otro posible. Solo posible.

Y tal vez seamos, en un nuevo giro, hijos de la probabilidad, en donde cada historia tiene múltiples posibilidades de combinarse, y ahí habría que ver si el talento del autor tiene de su lado la suerte o el azar, ya que ambos serían fenómenos distintos. La suerte es la confluencia de un factor histórico con un sujeto apto para hacerlo suyo, y el destino resulta ineludible, en tanto que el azar es el destino en plena desarticulación. Aunque el inconveniente es que el azar no siempre coincide con el deseo. Y allí es donde se enturbia todo. Incluso el seductor encanto del azar.- 


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