SILENCIOS
La hija del alcalde
era un verdadero desquicio como estudiante de música. Su maestro había llegado
a odiar, verdaderamente, la hora diaria de clases que le daba todos los martes
y jueves de cada semana. Al llegar el fin de año, cuando todos se preparaban
para la muestra, el maestro la integró a un conjunto de cuerdas que actuaría en
el Circo Estable Municipal.
Naturalmente, el
Alcalde ocupó su Palco Oficial para el acto. Al concluir la presentación, el
hombre indignado protestaba frente a su hija “¡Cómo se atreve a sentarte en una
silla a no hacer nada delante de mis narices!”
A lo que la niña
replicó: No papá, no entendés nada. Los silencios, en la música, son una parte
muy importante…
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