RESUELLO
Cuando se le acercó
estaba al sol, y apenas si jadeaba y entrecerraba los ojos. Tragó saliva y
movió los dedos sobre el puño del estoque como asegurando la sujeción, dio dos
o tres pasos cortitos y respiró hondo. Cruzaron miradas y sintió que en ese
acto le rogaba piedad, levantó la vista y pudo ver que había una enorme
expectativa puesta sobre su desempeño. “Esto no es un deporte” le quiso
explicar. “Esto es un arte, un arte que culmina con un acto de amor, y como
todo acto de amor conlleva a un sacrificio”, y embistió. Fue terriblemente
habilidoso. Un movimiento, un sacudón, y la sangre de la femoral manchando el
suelo. Se acercó y lo miró por última vez, le resolló en la cara, como si
quisiera recordarle que era un acto de amor…
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