miércoles, 12 de octubre de 2016

MONIGOTES EN LA ARENA




Hacía monigotes en la arena, con el dedo, y de vez en cuando levantaba la vista como si estuviera esperándolos llegar.
Cuando desembarcaron los confundieron con sus propios dioses, y se llevaron todo: el oro, la plata, la alfarería, el café, el tabaco. Violaron a las mujeres y explotaron y mataron a hombres y niños.
No había justicia entonces. Solo miedo. Avanzaron impiadosos, con sus cuerpos envueltos por todas partes, sus armas de hierro, blancos como la luna, con esos extraños pelos amarillos.
El tiempo pasó, pero él continúa visitando la costa. Ya no hace monigotes en la arena con el dedo, pero observa atento intentando divisar qué arrastra el agua en la más brumosa lontananza.
Desde su ancianidad entiende que aquellos no vinieron a civilizar sino a saquear, y en soledad se ríe de lo que dijo el doctor: Que es solo una cuestión de semántica.- 


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