DUDA
RAZONABLE
Acariciados por una
luz difusa que se colaba por entre las cortinas, los dos cuerpos, desnudos,
abrazados, se miraban sobre la cama. Las sábanas revueltas y manchadas
permitían presumir que habían estado amándose hasta avanzado el amanecer. Y que
posiblemente hubieran continuado si no fuese porque estaban en una reducida
habitación de un hotelucho de cuarta, rodeados de policías mirándolo todo por
todas partes y sacando fotos, que se trataba de la escena de un crimen y que ellos
eran las víctimas.
Hasta que el fiscal
puso en tela de juicio la presencia de un tercero, y planteó una duda
razonable.-
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