miércoles, 26 de abril de 2017

EL TITIRITERO



¡El titiritero había esperado ese día con ansias!

Se arregló el nudo de la corbata frente al espejo y vio que ella estaba allí. Tendió la mesa, corrió la silla y la ayudó a sentarse. Esa noche le hablaría de todo, de su amor, y de su estremecida soledad. La que si persistía, terminaría por volverlo loco. Le besó la mano y la depositó suavemente sobre el mantel de hilo. Había elegido su mejor vajilla, y había puesto las copas de cristal heredadas de su madre. Había comprado el mejor champagne que le permitía su estrecho bolsillo.

Con mucho cuidado se acercó por detrás y comenzó a cepillarle el cabello. En un momento ella dejó caer su cabeza hacia delante y él lo tomó como una provocación. Se arrodilló a su lado, le tomó el mentón, miró sus enormes ojos pintados, sus mejillas rojas y brillantes, y se detuvo en su boca, exageradamente dibujada, y la besó.

¡Hubiese sido la noche perfecta!

Lástima que ella era una marioneta… 



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