SOY
MENDOCINO
Soy mendocino de pura
cepa, como el malbec y el cabernet suavignon. Crecí al pié de la montaña criado
por la humedad del suelo, y al calor de un sol cuyano, que supo amainarme la
crudeza de los inviernos.
He tenido hijos en
racimo, y voy de la semilla al vino en un solo beso.
Profeso un gran amor
de parra, que trepa como enredadera, y abraza hasta la sombra para acunarte al
fresco en una siesta.
Creo en las hileras,
como en el pan que leuda en la templanza. Y un cielo estrellado, de montaña, y
un murmullo de río cristalino, son la única religión que he podido aprender
mientras rezaba.
Rezaba de pié a un
Dios que me enseñó mi padre, con su propia liturgia de sobremesa dominguera, y
a una Diosa que trajinaba día y noche para atender los quehaceres de la casa.
Soy jarilla al viento
que conoció la amistad arrasadora y perpetua desde niño. Y la entregó como
supo, en perfume, a los caminos. Y así me trasladé por todos los rincones, por
todas las distancias, fomentando la ausencia.
Convencido, vivo, de
que un día deberé afrontar lo inexorable. Y cuando ya me encuentre entre la
tierra, conjuraré mi destino de semilla y volveré a vivir en cada brote.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario