viernes, 26 de mayo de 2017

ANATOMÍA DEL POLÍTICO

Durante la dinastía Jin, en la ciudad de Kaifeng, el emperador Quin le preguntó a su nieto qué deseaba ser cuando fuera un hombre. El niño lo miró, desde sus ocho años, y le dijo “Quiero ser político, como tú, abuelo”.

Inmediatamente ordenó que se lo llevaran al General Cheng, para que le enseñara el arte de la guerra.

Cuando el niño cumplió los doce años, ordenó que lo llevaran ante el Maestro Wong, para que le enseñara el arte del ajedrez.

A los catorce, la orden fue que se hiciera docto en historia, geografía y matemáticas.

A los dieciséis años el joven se presentó ante su abuelo y le dijo, “YA estoy listo”, y el anciano lo mandó a trabajar con los campesinos.

Cuando el emperador Quin se hallaba en su lecho, sabiendo que solo le quedaba esperar el final, lo mandó a buscar. Su nieto, que por entonces tenía más de treinta años, se arrodilló junto a la cama del agonizante abuelo, y éste, con el último hilo de voz le dijo:
-“Has aprendido a ser un buen guerrero, luego has conocido las técnicas esenciales para elaborar buenas estrategias. También posees los conocimientos necesarios para dirigir la economía, pero por sobre todas las cosas, has aprendido lo suficiente para entender a quienes más necesitan de tu amparo. No es difícil ser político, lo difícil es mantenerse humano”


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