YERBABUENA
Para el tiempo de la
yerbabuena a las mujeres se les suspende el ciclo, y las solteras comienzan a
salir con poca ropa, y las casadas les hacen miradas insinuantes a otros
hombres que no son sus maridos. Dicen. Para el tiempo de la yerbabuena, también
comentan, que las damas mayores buscan jóvenes inexpertos para adoctrinarlos en
las mieles del amor y hablarles del pan de la vida que el cuerpo de una mujer
explica. Para el tiempo de la yerbabuena se polinizan las flores de todos los
jardines, y todas las orugas del recelo se convierten en hermosas mariposas de
esperanzas. Todo para el tiempo de la yerbabuena. Y en ese ramito tan pequeño
que cabe en el fondo de tu mano late toda una vida en espera de poder hacerte
realidad un sueño.
Fue para el tiempo de
la yerbabuena que Dios le pidió a Abraham que abandonara todo y le dio un
pueblo para que él lo guíe, y ahí salió con el sol al hombro a pintar de
amarillo los mapas del cielo, con un pueblo a cuestas.
Para el tiempo de la
yerbabuena Adán se escondió porque le daba vergüenza que el Señor lo viera
desnudo, y Dios le dijo, idiota, si te da vergüenza mostrarte como eres es
porque ya has pecado.
Dicen que para el
tiempo de la yerbabuena los marineros escriben cartas a sus novias y esposas
recordándoles lo mucho que las aman, y sin embargo se arrojan a los brazos de
ignotas prostitutas para no olvidarse ellos de cómo se siente ser falsamente amado.
Salen los curas escondiendo sus hábitos, las novicias se drogan, los médicos y
las enfermeras se vacunan contra la sífilis, y las hormonas se alteran y
estallan contra las paredes de los callejones del bajo, con infames policías
amando a doncellas de parados.
Para el tiempo de la
yerbabuena hay que mantener cerradas las ventanas, decía mi padre, hay cosas afuera
que no merecen ser vistas. Y un día, espiando, lo vi pasear de la mano con mi
vecina la costurera, y aprendí la lección.
Para el tiempo de la
yerbabuena los hombres oran y le piden tres gracias al Señor, “que mi mujer no
me engañe, que si me engaña, no me entere, y si me entero, que no me importe”.
Para el tiempo de la yerbabuena sorprendieron al cura con la mujer del cartero,
y cuando lo estaban por linchar él dijo; “un momento, que soy un hombre santo y
ella es una elegida no menos inocente que una virgen”, y después lo lincharon.
Para el tiempo de la yerbabuena los ángeles abandonan la tierra para su
expiación, y los demonios la ocupan para satisfacer sus instintos naturales,
como los hombres. Para el tiempo de la yerbabuena mi prima salió a andar en
bicicleta con su novio, y cuando volvió había perdido la virginidad. ¿Dónde
fue? le preguntó mi hermana, en el trigal, dijo mi prima ¿Y qué me podés
contar? Que el pan es sagrado.
Fue para el tiempo de
la yerbabuena que Sócrates le dijo a uno de sus discípulos “Conócete a ti
mismo”, y este fundó toda una corriente de pensamiento con el pseudónimo de
Platón.
Para el tiempo de la
yerbabuena los niños se esconden entre el lino e imitan a los lobos para
asustar a las nodrizas, porque cuando eso pasa les late fuerte el corazón y
jadean agitadas, y les suben y bajan los senos por debajo de sus pronunciados
escotes. Cuentan además que el séptimo hijo varón de un herrero, para el tiempo
de la yerbabuena, se encerraba en el granero por si se transformaba, hasta que
se dieron cuenta que se encerraba con el hermano del carnicero.
Para el tiempo de la
yerbabuena me contaba todas estas historias el abuelo, mientras yo le ayudaba a
sacar del jardín la hierba mala. Rompíamos los terrones, de la tierra, que se
hacían, separábamos las semillas sanas de las otras, agregábamos al suelo
vitaminas, hojarasca, y algo de estiércol mezclado con no sé qué otras cosas
que el abuelo dejaba pudrir al sol, y me decía, ves chango, siempre para el
tiempo de la yerbabuena tenemos que hacer esto, para que el Tata Dios, que nos
mira desde arriba, vea que no estamos muertos, y no nos mande a buscar con la
huesuda ni el barquero. Y la abuela lo retaba, ¡qué está diciendo viejo loco!
le decía. Pero no le hacía caso.
Pero el abuelo ya no está.
Se fue para el tiempo de la yerbabuena.
Qué lindo escribís Guille!
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